jueves, 1 de septiembre de 2022

Bhakti Yoga

Enseñanza de Swami Vivekananda sobre el Bhakti Yoga

El camino a la devoción

Acorde con la mentalidad particular de cada aspirante espiritual, hay un sendero correspondiente. Para aquellos en cuya naturaleza prepondera la emoción, el sendero recomendado es el de la devoción, el aspirante es conocido como devoto. Elige su ideal, ya sea solo o aconsejado por quien conozca bien toda la trayectoria de ese sendero y ayuda al principiante hasta que venza todas sus dudas y progrese con seguridad y percepción inequivoca.
La gran mayoria de los religiosos, de cualquier parte del mundo, practica la devoción. Esos devotos comienzan su vida religiosa por necesidad y por temor. Los sacerdotes profesionales de las distintas religiones presentan, a Dios únicamente como Creador y Todopoderoso, y los fieles cumplen con sus deberes religiosos rezando sin sentir sus plegarias, haciendolo casi mecanicamente y piden constantemente a Dios todo lo que necesitan en su vida, menos la presencia Divina en sus propios corazones. Justamente por eso, muy a menudo se ve que los llamados devotos que no son nada mas que adherentes ocasionales o durante un largo período de sus vidas, no se levantan y liberan de su crónica y multiple necesidad y creciente temor al infierno.
Es una lastima que los sacerdotes de las distintas religiones, sean estos purohits hindúes, rabinos israelies, moulavis islamicos, padres o pastores de las iglesias cristianas, no ayuden a levantar la mente de sus feligreses por sobre las necesidades puramente fisicas y sigan manteniendolos ignorantes del verdadero aspecto devocional de la religión, que es amar a Dios. Sólo por creciente amor a Dios el hombre se transforma radicalmente, ese gran amor destruye todas las limitaciones.
En el Bhakti Yoga, Swami Vivekananda, por su propia realización de la devoción a Dios, explica claramente todos los puntos acerca de este sendero. Como todos los seres superiores que viven en constante comunión con Dios. Swami Vivekananda no era sectario. En todos sus dichos y escritos se nota el sello de lo universal. Sus palabras siguen aleniando a todos los sinceros aspirantes a la vida espiritual.
La ignorancia de que realmente, somos seres, envueltos momentaneamente por el intelecto, mente y cuerpo, nos ha dejado en el estado de necesitados. El ser es siempre inmaculado, siempre libre de toda limitación. Ser consciente de la limitación y tener el anhelo de salir de esa red de limitaciones, es lo que constituye la vida espiritual o religión. Uno de los senderos que lleva al caminante espiritual a dejar atrás su estado limitado y a olvidarlo totalmente, es el de la devoción. Al principio no es muy difícil practicar la devoción. El devoto trata de creer que Dios perdonará sus equivocaciones, le dará todo lo que le pida y que, al final, le salvará de todos los sufrimientos. Siguiendo los mandamientos de la escuela religiosa a que pertenece, obedece a los evangelios y dichos de sus Encarnaciones Divinas, profetas, santos y santas, y les rinde culto y sobre todo profesa que Dios es Personal o Impersonal y, así sigue con sus cultos que no son más que rezos, visitas a los templos, oir los consejos o sermones de los sacerdotes: a eso le llama cumplir con la vida religiosa. Pero, esas practicas puramente externas, donde no hay verdadera dedicación, no transforma a esos practicantes en devotos. Estos practicantes no olvidan su personalidad, su posición social, sus afectos y apegos con sus familiares y conocidos, sus luchas, conquistas y derrotas en la busqueda del bienestar, el renombre y la fama ocupan un predominante lugar en sus pensamientos y anhelos, tanto que, a veces, los lleva a conquistar titulos religiosos, ya sean hindúes, mahometanos o cristianos. Como no dejan la orientación y la vanidad, quieren dichos titulos, para que se les reconozca como grandes religiosos.
Se muy bien que los seres humanos en su gran mayoría, son dominados por el ambiente socio económico político. Por eso, cuando veo que la vida religiosa se convierte en otra ligadura más, siento una profunda pena y no se puede evitar el desaliento que nos producen los muy estrechos y equivocados predicadores y sus ignorantes seguidores.
La verdadera vida espiritual es una necesidad personal, muy intima, que no tiene nada que ver con el ambiente o la familia en que uno nace, pobreza o riqueza, la creencia o el ateísmo familiar, no tiene ninguna importancia con relación a la necesidad de conocer y amar a Dios en su aspecto personal o impersonal. Es un error concebir a la religión como un sentimiento de comunidad. Debe decir un devoto, con firmeza de convicción: soy cristiano porque mi Fe en Jesucristo es inquebrantable, lo amo y he dedicado mi vida a Él, sino, el nuevo nacimiento en una familia cristiana, sin seguir el evangelio del Salvador y sin sentir su Presencia en el corazón, le hara un cristiano nominal o tal vez peor, un cristiano fanático. Lo mismo ocurre con la gente de otras religiones. Estos hindúes, cristianos, mahometanos e israelies, lo unico que hacen es el inutil y muy pernicioso trabajo de menospresciar a las personas de otras religiones y los templos de Dios se convierten en semillero de ideas irreligiosas. La religión jamás debe ser impuesta. ¿Cuantos de nosotros comprendemos que la vida religiosa comienza con la renunciación de toda idea material y al mismo tiempo, con el progresivo anhelo de unirse con Dios?. Además, los instructores y consejeros religiosos deben comprender que no es bueno aconsejar la "unica fórmula" de adorar a Dios. De ahí nace la idea del dogmatismo que muchos aborrecen. Ningun consejero espiritual debe llevar, ni remotamente, ideas de sectarismo. Amor a Dios según el precepto de la religión a que se pertenece es muy bueno, pero, demostrar la adhesión que se tiene por su religión vituperando a las personas que pertenecen a otra religiones, es positivamente malo.
Swami Vivekananda ha clasificado la devoción en dos partes: la inferior y la superior. La devoción superior tiene un solo tema: Amor, y la practica correspondiente es una progresiva dedicación por el amor. En ese campo, el devoto ofrece su todo al Bienamado, considerándolo como su muy querido Padre, Madre, Amigo, Hijo y el único receptáculo de todo su amor y atención y literalmente, se sumerge en Él, y así, se purifica de su limitada personalidad y sintiendo intimamente su amorosa Presencia lo ve en todo y como todo, y se siente bienaventurado. 

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